El filósofo Denis Diderot creía que una persona que contempla una obra de arte es como un sordo que escucha en lengua de signos sobre un tema conocido. Suena confuso, pero el punto es cierto. Al encontrarnos frente a un objeto de arte, parece que nos quedamos sordos, tratando de comprender al menos algo de lo que vemos frente a nosotros. El arte refleja directamente los pensamientos, esperanzas, estados de ánimo, intuiciones, experiencias y sentimientos del artista.
Tratando de comprender la intención del artista, nos quedamos en silencio o hablamos en voz baja, porque sentimos que cada día nos falta algo. El artista nos lo recuerda. Nos obliga a ser más honestos con nosotros mismos, a profundizar más en lo que estamos haciendo. Avanzar hacia una meta trae mucha más satisfacción que lograrla. Disfrutamos más persiguiendo a la liebre que a la propia presa.
Si no tiene una cuenta en nuestro sitio web, debe registrarse.