Esta obra, nos transporta a un paisaje etéreo donde la soledad y la calma se entrelazan en una danza silenciosa. Una figura solitaria, cargada con dos cestas, camina hacia un bote que espera pacientemente en la orilla, mientras su reflejo en el agua parece susurrar historias de introspección y serenidad. Los tonos suaves de azul y gris, junto con la simplicidad de las formas, crean una atmósfera de contemplación que invita al espectador a sumergirse en sus propios pensamientos
Ubicación de la imagen:
Madrid
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