El gorrión es quizás una de las aves más reconocibles y extendidas, un auténtico habitante de las calles de las ciudades y de los patios de los pueblos. Parece que siempre ha estado aquí y siempre estará aquí, tan familiar e integral como el sonido del viento o el olor de la lluvia.
En apariencia, parece anodino: un pájaro pequeño y ágil, con plumaje de color marrón grisáceo. Los machos tienen una "gorra" negra más brillante y mejillas grises, mientras que las hembras son ligeramente más pálidas y de color más uniforme. Pero detrás de esta aparente sencillez se esconde una vitalidad y una adaptabilidad asombrosas.
Los gorriones son criaturas extremadamente sociales. Viven en bandadas, comunicándose constantemente entre sí con su característico "chirrido-chirrido" que se puede escuchar en todas partes, ya sea una plaza concurrida o un patio tranquilo. Están siempre en movimiento: vuelan con prisa de rama en rama, recogen rápidamente migajas debajo de las mesas de los cafés de verano, se bañan en polvo o charcos si surge la oportunidad.
Se pueden encontrar dondequiera que haya gente: se instalan bajo los techos de las casas, en las grietas de las paredes, en los arbustos y en los árboles. Gracias a su carácter omnívoro y modesto, los gorriones sobreviven con éxito en una variedad de condiciones y se convierten en parte de nuestro paisaje cotidiano. A pesar de su apariencia aparentemente ordinaria, el gorrión es un símbolo de resiliencia, vivacidad y movimiento continuo, un recordatorio de que la vida está en pleno apogeo incluso en los lugares más familiares.
Ubicación de la imagen:
Moscow
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